
- “Estuve pensando bastante esta última semana en eso.”
- “Bárbaro… ¿y qué pensaste entonces?”
- “Creo que lo que más me preocupa en estos momentos es, la soledad…”
- “¿Tú soledad?”
- “Sí…, pero no en el aspecto de vivir solo. Ya sabés que a esta altura de mi vida estoy tan acostumbrado que eso es algo que no me preocupa. Es más, si pienso en que alguna vez tuviese que volver a convivir con alguien, se me paran los pelos….jajajaa!”
- “Bueno, pero vos no sos un hombre que podría llamarse «un solitario». Tenés un grupo de gente con la que te soles encontrar, que queres y que te quieren; haces una actividad social bastante selecta pero que disfrutas mucho; y tampoco te faltan mujeres con las que tenés tus encuentros, que podrían ser más frecuentes y abundantes, pero vos mismo dijiste que te pusiste también muy exigente en ese sentido…”
- “Si eso es verdad…, pero me refiero a la soledad de una pareja…, estable…, aunque no conviviente. Una mujer a la que ame y me ame; una mujer con la que compartamos cosas…, proyectos, salidas, vacaciones…, que se yo… ¿me explico?”
- “Sí…, perfectamente!. Podemos revisar qué cosas estás haciendo para que se de esa posibilidad…, pero ninguna terapia te podrá garantizar que logres encontrar una mujer de la que te llegues a enamorar, y que además ella lo haga de vos…”
- “Por supuesto…, eso lo sé. Sin embargo me gustaría que lo tratemos en las entrevistas, porque últimamente hasta siento dudas si esa necesidad que tengo está bien, o está mal!”
- “¿Mal?..., ¿por qué mal?”
- “Qué sé yo…; los otros días, hablando con una amiga que me contó le sucedía lo mismo, me dijo que lo habló con su terapeuta y éste le dijo una frase como…., a ver, esperá, la tengo en el celular porque me la mandó por ahí… Acá está, dice, «Facu los otros días me dijo algo que me llegó: Si pensás que una pareja es la solución a tú vida, estás en problemas, una pareja es el carozo de una aceituna del copetín»…, Facu es Facundo…, su psicólogo”
- “Buenísimo!…, seguramente le quiso decir que se pueden disfrutar de muchas otras cosas en la vida, y después de «tomarse el copetín», es decir, transitarla, el «carozo», una pareja, es lo más perdurable y sólido que queda…”
- “Naaaaaaaaa…, yo le dije algo similar y me respondió que no; que lo que quiso decirle es que la pareja, o sea, el carozo, es el desperdicio, es lo que sobra y no sirve para nada. Que se ocupe de otras cosas más importantes y que se dedique, justamente, a pasarla bien élla..., y deje de pensar en una pareja”.
- “¿Qué edad tiene tu amiga?”
- “53”
- “Bueno…, si te dijo que ese fue el mensaje es porque «las creencias» de su terapeuta serán esas…, anda a saber si él tiene pareja, y si la tiene, si se siente bien con ella….. Para mí, el carozo es una semilla que puede dar nuevos frutos para preparar muchos otros copetines…, en fin…, y a ella, ¿cómo le cayó esa metáfora?”
- “Y…, en principio me parece que le alivió la angustia de sentirse sola; pero en otro momento me dijo que cuando concurre a un grupo que ese psicólogo coordina, siente que todos los que van, están ahí porque tratan de «tapar el sol con un dedo», y que la carencia afectiva se les nota en el rostro….”
- “Bueno…, vamos a tener que suspender acá y seguimos la próxima semana ¿si?. Continuaremos tratando este tema que considero es una preocupación genuina y válida, porque en mi opinión, es decir, «mi creencia»…jajajaja, es que una pareja no es ningún desperdicio….”
- “Dale…, hay otros temas que también me gustaría trabajar, pero lo hablamos en la próxima…Un gusto volver a verte Ricardo….”
- “Para mí también Rik…, nos vemos”.
No pude evitar seguir pensando en la entrevista, en la frase de ese colega ante la demanda de esa mujer…., y recordé aquel tango de Discépolo…
Cariños
Ricardo Musso